Soy estudiante de 6to semestre y, en el tiempo en el cual he estado en la escuela de Comunicación Social, he intentado sacarle el mayor provecho a las posibilidades que, académicamente, obtengo de la UCV. Lamentablemente, esas posibilidades se ven mermadas cuando, semestre a semestre, nos enteramos de noticias como: “fulano renunció… ya no le alcanza”.
Sin lugar a dudas, la calidad de la educación que recibimos en la ECS va decreciendo día a día respondiendo a varios aspectos, como, por ejemplo, una demanda estudiantil en aumento vs. una plantilla de profesoral que cada vez se hace más pequeña. Por otro lado, como bien lo han mencionado varios profesores en sus comunicaciones, muchas personas se ven obligadas a tomar múltiples trabajos, a “matar tigres”, para poder completar un salario que medianamente alcance a cubrir sus necesidades.
Éste es, a grandes rasgos, el panorama por el cual atravesamos (sí… todos), actualmente. Pienso, y espero no equivocarme, que quienes en algún momento ingresamos a la Universidad Central de Venezuela lo hicimos con miras a recibir educación de calidad, a capacitarnos de la mejor forma posible. En este mismo orden de ideas, pienso que los profesores que decidieron darnos clases también lo hicieron por las mismas razones.
Me sorprendo entonces al ver dos caras de un mismo escenario: por un lado, profesores que, habiendo perdido un número considerable de clases, asignan evaluaciones, trabajos, exposiciones… reparten contenido, “y que uno resuelva”, y por el otro, alumnos que aceptan esta situación, sin entender que ellos son los primeros que se van a ver perjudicados. Esto, gente, es algo inadmisible en una escuela cuyas materias responden a un régimen completamente presencial (si todos podemos aprender por libros, entonces ¿para qué ir?) y que no imparte cursos de verano porque (apartando el conocido problema de costos) se consideró que los cursos intensivos no aportaban tiempo suficiente para un aprendizaje apropiado.
Entiendo, por una parte, la posición de los tesistas: haber pasado tus 5 años en la escuela, estar a punto de salir, y que te digan “hay paro… tendrás que esperar más tiempo”, es algo que debe desilusionar, y mucho, pero lo que también hay que comprender es que ésta no es una lucha exclusiva de los profesores, sino de todos aquellos que apoyamos el principio de que “no se es profesional sólo porque se tiene un título en la mano”, y no lo digo exclusivamente por quienes están por salir, sino también por los que venimos detrás.
En otros asuntos, tengo que manifestar mi molestia con las autoridades, que no se han manifestado seriamente con respecto a esta problemática, con los profesores, que en muchos casos pareciesen no entender que esta es una protesta por todos (pero, sobre todo, por ellos) y prefieren mantenerse desligados o “indecisos” acerca de su posición con respecto al paro, y supongo que con nosotros mismos que, como estudiantes, no hemos ejercido presión para exigir medidas y decisiones SERIAS Y DEFINITIVAS por parte de ninguno de los dos.
No puede ser que luego de haber perdido tantas semanas de clase, y con un conflicto que aún no muestra solución, se “cuele” en las redes sociales una reprogramación académica (supuestamente propuesta por el decano) que plantea que “el 12 de julio terminamos semestre”. Eso, ¿qué significaría? ¿Significa que todos los días perdidos de clase no van a servir de nada porque se va a descartar la protesta? ¿Significa que el desánimo, ampliamente expresado y esparcido entre el estudiantado (y me atrevería a decir que entre los docentes), va a ser en vano?
Si lo que se decide en la asamblea es que, de no conseguirse respuesta, hay paro indefinido, lo apoyo, porque entiendo que la protesta es por una razón más que justa, pero espero que, así como los estudiantes entendemos esta situación, CADA UNO de los miembros de los gremios entienda que nosotros, estudiantes, estamos sacrificando tiempo, y que eso hay que respetarlo. Por tanto, la protesta tiene que ser una protesta SERIA y ACTIVA (como leí por ahí: “protesta no son vacaciones”… ni de alumnos, ni de profesores, ni de empleados de ningún tipo), pacífica, pero constante y organizada.
Lo único que me queda por decir es que, como yo lo hice, como algunos compañeros y profesores lo han hecho, es necesario que alcemos nuestras voces, que nos expresemos, porque es la única manera de propulsar una protesta que realmente sea “de todos”. Mientras más voces seamos, mientras más involucrados estemos, podremos aportar más y mejores ideas para buscar soluciones efectivas a un conflicto que nos afecta a todos.
Neyda Urbáez